Matías Ganz, en su debut en un largometraje de ficción, autor también del guión, nos regala una película que sorprende para bien, nos saca sonrisas en momentos siniestros y hace lucir a sus actores. El tema es actual, punzante: la inseguridad. Y para quienes la experimentaron en carne propia, en este y en muchos otros casos, demostrar que no hace más que engendrar monstruos. Una pareja de jubilados sufre un robo que los deja nerviosos, tensos, y como se verá, capaces de cualquier cosa, elaborando teorías fantasmales y soluciones terribles. El gran acierto del realizador es la utilización de la ironía, del humor más negro, y de un estilo de actuación, donde casi desaparecen las palabras a medida que avanza la locura. Guillermo Arengo y Pelusa Vidal brindan unas interpretaciones que combinan a la perfección el absurdo, el peor salvajismo, la violencia, el suspenso policial y el delirio llevado a su máxima potencia. Pero todo encaja perfectamente para brindarnos un entretenimiento muy divertido pero que apunta con certeza en las características humanas más cercanas a nuestra vida cotidiana.
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