Una película inquietante, distinta, que su director (Vladimir Johannsson) gusta definir como “un drama con un elemento fantástico”, palabras que más que abarcarla le otorga todavía otra cuota de misterio. El film del que conviene saber poco, si uno se compromete a no expoliar, expone una “sorpresa” recién a los cuarenta minutos de empezado. Hasta entonces sobre un paisaje bello y solitario de Islandia, donde la noche nunca es demasiado oscura, lo imponente de la naturaleza es tan bello como atemorizante. Desde el principio hay un presagio, atisbados entre la niebla un grupo de animales salvajes se asusta de alguien del que solo percibimos la respiración. Después en el establo también sucede algo inquietante, que nos llama la atención. Lo verdaderamente fantástico vendrá después, pero naturalizado en un ambiente cotidiano, de pocas palabras. La pareja que habita una granja solitaria adopta a una pequeña oveja y ese acto los llena de ternura y felicidad, entre biberones y caricias. Entre los planteos del film escrito por el poeta Sjón, está el cuestionamiento de la supremacía de los humanos sobre el resto de las especies, las diversas formas que adquiere la maternidad, y por sobre todo es un cuento moral donde la violencia y la muerte tejen un diseño sobre leyendas y leyes naturales. Interesantísimo film, lleno de belleza, con una intensidad única, un clima cada vez más espeso, y siempre sorprendente que nos dejará una extrañeza bienvenida. No se la pierda y trate de preservar toda la sorpresa intacta. Un gran trabajo de Noomi Rapace (Millenium) conmovedor y salvaje.
DISPONIBLE EN MUBI