QUE SERA DEL VERANO

Ignacio Ceroi, el realizador de este film, provoca con su trabajo una gran fascinación. No importa realmente si la anécdota de la película es cierta, ni cuánto de verdadero tiene ese material encontrado en una cámara, ni si fue o no manipulado. Se presenta como un documental donde el director viaja a Francia a reencontrarse con su novia. Lo primero que hace es comprar una cámara por internet a un jubilado de Montpellier. En esa handycam  descubre mucho material realizado por el dueño anterior, se comunica con él y obtiene no solo un relato de lo filmado, también el permiso para incluir ese material en un film. Y ahí con lo que se suele llamar “found footage”, con mezcla de estilos y mucho talento, Ceroi no invita a la aventura, la reflexión, los dolores e ilusiones de un ser misterioso que de inmediato se transforma en alguien cercano. Lo conoceremos desde su manera de  llenar su tiempo libre y no enloquecer, la relación con sus perros, a una incursión a Camerún, con una cultura tan distinta. Nos adentramos en la lucha por la independencia de ese país, su vida nocturna, la  búsqueda de un soldado en la selva, la aparición de gorilas, la cacería de monos. No faltan reflexiones sobre independencia y colonialismo. La película nos permite asomarnos a un mundo asombroso, acceder y  habitarlo con sabor a descubrimiento y una curiosidad que queda latiendo. Fue el mejor film argentino en la última entrega del Bafici.