AMANCAY

“Es una soledad que no se puede curar con ninguna compañía” dice uno de sus personajes. O define su mirada “te veo detrás de tu silencio”. De esa poesía, sinceridad, climas íntimos se puebla esta realización de Maximo Ciambella (codirector de “El árbol negro”) en su primera película en solitario. La cámara sigue a sus personajes con dedicación y ahínco, mientras urden una amistad y se cuentan sus pesares, recuerdos y  miedos. Son treintañeros que transitan el largo viaje de la noche al día, para sacar a relucir con una sinceridad pocas veces vista con lo que cargan en sus corazones.  La historia de un aborto con su experiencia de herida abierta, nostalgia y dolores que nunca se irán. Separaciones, encuentros casuales, clases de teatro, preparación de escenas, copas, bailes. Noche poblada de árboles frondosos y ventanas iluminadas que siempre despiertan curiosidad, en compañía de esos seres que se transforman en entrañables a lo largo del film y hace que el espectador los extrañe ni bien termina la película. De la flor amancay, amarillas con pintitas anaranjadas dicen que simboliza la acción de “entregar el corazón”. Nunca mejor elegido el título para un director sensible y creativo que contó con la complicidad y la aporte generoso de sus intérpretes, que  supo captar tan profundamente para mostrarlos vulnerables y queribles. Con este film distinguido en el último Bafici como el mejor film de la “Competencia Argentina”.