EL JUSTICIERO, CAPITULO FINAL

Se supone que esta es la última entrega de un justiciero que puede matar con la precisión de un autómata, usando las armas de sus enemigos y con una variedad, que en la primera y larga escena del comienzo de la película, parece un catálogo de asesinatos  en masa. Por supuesto que nadie duda que cada una de las violentas víctimas, armadas hasta los dientes, merece ese destino. Vamos por la tercera entrega de este personaje que ya nos es  familiar, el ex agente de la CIA Robert MaCall, que se dedica a defender a los inocentes de enormes injusticias. Antoine Fuqua es un director que pone a las escenas de acción en otro nivel de despliegue. Pero por sobre todo ahí es el enorme Denzel Washington, que le da al personaje una economía de emociones, un grado de letal cumplimiento y una empatía única, con una o dos sonrisas de estrella, que hace que uno desee ser protegido por él. No solo puede contra una enorme guardia armada de un viñedo que esconde drogas. También desbarata a toda la camorra local que domina a un pueblo de ensueño, en Amalfi, donde el protagoniza parece haber elegido retirarse.