Lo que comienza con una pareja joven en una escena erótica audaz, en un baño, con promesa de amor y pedido de casamiento, es una apariencia engañosa. Pronto, para esos novios que conviven y deben ocultar su relación porque trabajan en un lugar donde se prohíben relaciones entre empleados, la realidad será otra. La directora y guionista Chloe Domont, opera prima en largometraje, encuentra un filón y no lo suelta: un trabajo alienante en una empresa de inversiones financieras, donde el éxito es obligado y los sentimientos y la alienación, moneda corriente. Pero a eso se le agrega una guerra de géneros. Los empleados ven-todo se observa en esas oficinas vidriadas, como un jefe tiene un brote psicótico cuando lo despiden y de inmediato comienzan las apuestas por el sucesor. Pero a contramano de un rumor que hizo festejar de antemano a la pareja protagónica, donde él era el elegido, ella resulta la ascendida. Para ese joven, armado con intensidad por Alden Ehrenreich, es una herida mortal a su machismo. Un sentimiento que engrosa con los rumores laborales aun inevitables cuando asciende una mujer, que alude a haber realizado favores sexuales. Para ella, la ambición desatada, y la necesidad de mantener la relación que se resquebraja . Interesante clima de thriller con situaciones inesperadas, y la pintura de un mundo laboral extremo. Muy bien Phoebe Dynevor y Eddie Marsan
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