EL REY DE LA COMEDIA

El hombre que merece esa corona es Eduardo Scarpeta, el padre de uno de los dramaturgos más importantes de Italia, un actor inmensamente popular en Nápoles, que satirizaba textos serios, con un personaje que adoraba su público, Felice Sciosciammocca, una suerte clown irreverente. La película de Mario Martone , que escribió el guión con Ippolita di Majo, abarca no solo el estilo de vida de ese famoso actor, sino también el largo, tedioso y doloroso jucio que le hizo un hombre tan venerado  como Gabriele DÁnnunzio, por plagio de una de sus obras, a pesar de que Scarpeta había obtenido su anuencia para parodiar el texto. Fue una suerte de guerra “norte contra el sur”, la intelectualidad contra lo popular, y también la demostración de muchos congéneres que comenzaron a despreciar a Sciosciammocca y su estilo. Una contienda legal fundamental para el tema de los “derechos de autor”. Fue también la fuente de mucha amargura para Scarpeta, quizás la razón del oscurecimiento de su carácter, de su retiro del  teatro a poco de ganar ese juicio. El realizador no solo abarca estas cuestiones, sino que además muestra como era Scarpeta, un irritante patriarca que convivía con su mujer y sus hijos, con sus amantes de distintos períodos, (algunas relacionadas entre sí, su cuñada, una sobrina) con sus hijos que lo llamaban “tío”. A todos los hacía trabajar en su compañía con la que recaudaba fortunas. Un egocéntrico incorregible que al ritmo de sus caprichos y deseos, que se había inventado a si mismo desde sus adolescencia, huérfano a los 14 años, que no advertía las turbulencias y crueldades que provocaba en su amada y enorme familia. A los famosos Eduardo, Pepino y Rosita de Filippo nunca les dio su apellido. Encarnado por Toni Servillo, que  armó en la desmesura  y sus claroscuros a tamaño personaje, en un trabajo admirable, quizás poco valorado por quienes no conocen las características de cualquier napolitano, mas aun uno famoso y mítico y grandilocuente. Todos los rubros técnicos son esplendidos.