El subtitulo del film es por demás revelador: “Entrega de prodigioso soborno al régimen americano para hacer beneficios para nación que fue gloriosa, Kazajistan”. Quienes recuerden la primera película de este personaje inventado por Sacha Baron Cohen, se pasaron catorce años esperando esta segunda entrega. Aquí, Borat regresa con un regalo muy especial para el vicepresidente norteamericano, (Un mono intelectual y estrella porno) para que convenza a Donal Trump que incluya en el circulo de sus amistad a la máxima autoridad de Kazajistan. Cuando se descubre que el mono no está y si la hija de Borat, el plan es entregarla o a Mike Pence y ante el fracaso, a Rudolph Giuliani. La técnica de Sacha Baron Cohen, con su equipo de libretistas y la dirección de Jason Woliner es ir con la cámara prendida, sorprender a sus entrevistados que no son engañados, en cuanto a que son filmados, lo que ignoran es el destino de ese material. Para no revelar nada, diremos que el cómico, desmesurado y nada sutil hace un film urgente contra Donald Trump y que termina con un pedido: que los norteamericanos voten. Pero aun cuando pasaron las elecciones nada envejece, él clava sus dardos nada sutiles en los anticuarentena, los violentos, los portadores de armas, los negacionistas del holocausto, los anti aborto, y especialmente Giuliani que queda totalmente al descubierto en cuanto a fake news y conquistas femeninas. Pero el film con el gran aporte de la actriz búlgara Irina Nowak, una revelación, también aboga por los derechos de las mujeres que no solo deben abrirse paso entre los machistas de ficción sino los de la realidad, además de desnudar el sueño americano en cuanto al físico de las mujeres y lo que se espera de ellas en el imaginario conservador. Inteligente y letal, sin sutilezas, con un humor de trazo grueso pero con una valentía impresionante.
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