Lo que muestra este documental de Camila Menéndez y Lucas Peñafort es curioso, doloroso y fascinante. Todo al mismo tiempo. Que en una sociedad fuertemente patriarcal, de pocos recursos, como ocurre con la población rural de la India, permita que las familias maten a las niñas recién nacidas, porque en el futuro deberán pagar una dote por ellas, que generalmente no pueden afrontar, es una realidad que se vive aún hoy. Y que en un pueblo de características muy peculiares, en el desierto de Rajastan, un hombre dolorido por la muerte de su hija ideo una posibilidad maravillosa, una solución original, hace pensar que en esos lugares coloridos y únicos, todo es posible. Cuidar el agua, salvar a las niñas, plantar árboles: de eso se trata. Por cada niña que nace se plantar cien arboles, de allí saldrán los recursos para su futura dote, la familia se compromete a educarla hasta los 18 años, no casarla antes de esa edad. Ese modelo de Piplantri, se replica actualmente en 147 pueblos del norte de India, un verdadero ejemplo de empoderamiento femenino, independencia, que frena el infanticidio de niñas, hasta ahora tan generalizado. Lo que las autoridades del lugar y la sororidad de estas mujeres han logrado, es un freno a la discriminación, la violencia y el cuidado de su entorno tan amenazado. Un trabajo que no solo es una oda a la hermandad, en contra de la violencia del machismo más acendrado, sino que resalta como con pequeñas soluciones, administración del agua, mejorar el entorno con la forestación, también se logra una numerosa población femenina, con educación, determinación, autogestión e independencia.
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