Mariano Mouriño, el director que además escribió el guion junto a Fernando Gallucci y Patricio Alvarado Plaza, refleja una realidad dolorosa del mercado laboral en nuestro país, los llamados trabajadores golondrinas. Esos que viajan por el país según la oportunidad de cosechas de cualquier tipo, que se acomodan como pueden, aceptan lo que les pagan y no tienen la mínima protección laboral que garantice sus derechos elementales. En este caso dos hermanos, muy bien interpretados por Melanie Nancul e Isaías Salvatierra, que van de un lado a otro, protegiéndose mutuamente. Hasta que llegan a una estancia donde se da una relación distinta. Un empleador encarnado por Germán Palacios que les ofrece otras oportunidades. La película tiene la inteligencia de escapar de los lugares comunes de denuncias, o melodramas de abuso y de clase, pero tiene la misma contundencia. Es nada menos para sus protagonistas, con toda su frescura y sus conflictos, el paso de la adolescencia hacia la adultez, donde tanto el hombre como la mujer siguen su instinto y sus fantasías.
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