La película dirigida por el húngaro Kornél Mundrucsó, en su primera película en inglés, producido entre otros por Martin Scorsese, y protagonizado por la talentosa Vanessa Kirby, secundada por Shia LaBeouf y Ellen Burstyn es un ensayo sobre el dolor, la desesperación, la culpa, la desolación. Casi en el comienzo una escena tremenda, un plano secuencia que dura veinte minutos, nos ubica de manera inmersiva en la situación de un parto en una casa. Con las contracciones cada vez más frecuentes aparece el primer problema, la partera elegida para ese nacimiento hogareño no llega, complicada en otro nacimiento y arriba una reemplazante desconocida. Allí comienzo el vértigo más cruel, una situación que culmina en el nacimiento y la muerte súbita del bebe. Y desde ese momento las distintas reacciones, la supuesta indiferencia de la frustrada madre, la desesperación de su pareja, la reacción de su madre que inicia juicios contra la partera. El drama avanza, cargado y explosivo con otros momentos de plano secuencia filmados con maestría y con la entrega impresionante de los actores que ponen el cuerpo y defienden sus personaje por encima de momentos aleccionadores o moralistas, que no mantienen la tensión y son rebuscados.
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