CUANDO LA MIRO

Julio Chávez dice de su opera prima como director, en un film donde es protagonista, autor de la obra pictórica, co-guionista con Camila Mansilla, que es la historia de una fascinación. ¿Que impulsa a un artista plástico reconocido a improvisar una filmación donde le hará a su madre preguntas quizás muchas veces respondidas, pero que ahora tendrán el registro irrefutable de un soporte cinematográfico? La respuesta no es simple, tiene el mismo laberinto de entendimiento que reinventa un vínculo entre una madre y su hijo en otra relación, siempre pasible de ser renovada. El redescubrimiento de la palabra, el ejercicio de la mirada. El hijo interroga. La madre juega sus ritos de recuerdos no revelados, refranes, verdades escurridizas. Solo un adulto, psicoanalizada además, puede atreverse a esta nueva relación de interrogantes y  respuestas, a un juego que no es inocente, que demanda, que deja el aire cargado de significados. Ella coquetea con su recorrido de vida y hasta se regocija en lo mejor guardado, el siente  que la curiosidad y la seducción son a veces recién estrenadas. O parecen serlo, en momentos de gran intimidad. Es un film que nos conmueve y a la vez nos hace pensar en nuestras propias historias, porque se atreve a internarse en la profundidad de un lazo indisoluble. La mirada del espectador, tampoco será la misma después. Marilú Marini es de una sensibilidad y talento artístico que convoca la maravilla. Julio Chávez carga de humana vulnerabilidad a ese hombre que a pesar de sus años a veces parece tan vulnerable bajo su capa reflexiva. Es la historia de una relación a veces tan indescifrable que marcas nuestras vidas, una suerte de encantamiento que se  traslada al espectador.